domingo, 27 de julio de 2008

Llegamos a Camboya

Tras un largo vuelo desde Frankfurt, llegamos a las 6:00 h. a Ho Chi Minh City (Vietnam). Al desembarcar, nos dirigimos a la zona de tránsito del aeropuerto y en el mostrador de Vietnam Airlines nos proporcionan las tarjetas de embarque para el vuelo a Phnom Penh (Camboya).
Como tenemos una larga espera hasta las 12 h. nos obsequian con un desayuno en uno de los restaurantes del aeropuerto.
El desayuno es un cuenco humeante de Pho, plato típico vietnamita consistente en una sopa con fideos de arroz, verduras y carne de ternera. Los vietnamitas lo toman a todas horas, ya sea para desayunar, comer o cenar.


Alrededor de las 13 h. llegamos a Phnom Pehn. Para entrar en Camboya es necesario un visado que se tramita en el mismo aeropuerto. Hace falta una foto y hay que pagar 20 $.

El trámite del visado es bastante curioso: nada más entrar a la terminal del aeropuerto nos encontramos un mostrador con 5 o 6 funcionarios, uno junto a otro. Al primero de ellos le entregamos los pasaportes, las fotos, un formulario que habíamos rellenado en el avión y otro más que nos han entregado en el mostrador. Toda la documentación va pasando de un funcionario a otro (supongo que cada uno hará una cosa distinta), y mientras nosotros nos vamos directamente al funcionario que se encuentra al final y le pagamos los 20 $ por cabeza. Tras un par de minutos, nos entregan los pasaportes con los visados y ya podemos ir a recoger las maletas.

En el exterior de la terminal hay varios taxis, todos ellos tienen un precio fijo de 9 $. Nos dirigimos a nuestro hotel, The Pavilion, que se encuentra en una ubicación muy céntrica, a espaldas del Palacio Real y a escasos 10 minutos andando del paseo del río.

El hotel es una antigua casa colonial rehabilitada, rodeada por un fantástico jardín. Nos alojamos en un bungalow con jardín y jacuzzi privados por 70 $ la noche, incluido desayuno. La decoración de la habitación es sencilla y la cama está equipada con mosquitera. En la recepción hay 4 ordenadores con conexión a internet que se pueden utilizar de forma gratuita.



Como ya es bastante tarde, después de dejar las maletas en la habitación, decidimos comer unos sandwiches en el bar del hotel junto a la piscina. Después de dar buena cuenta de los sandwiches nos vamos a conocer un poco la ciudad.

Una de las cosas que más nos ha llamado la atención es la cantidad de ciclomotores que circulan por la calle. Hay cientos de ciclomotores circulando e incumpliendo todas las normas de circulación habidas y por haber. Apenas hay unos pocos semáforos y cruzar la calle es toda una aventura. También llama poderosamente la atención que se ven muy pocos coches circulando entre centenares de motos, y la mayoría de esos coches son todoterrenos de gama alta.

Como el principal medio de locomoción es el ciclomotor, los camboyanos "tunean" estos vehículos añadiéndoles asientos adicionales para poder transportar más personas de lo habitual (hemos llegado a ver hasta 4 adultos y 1 niño montados en una moto) e incluso objetos de todo tipo y de gran volumen.

Tras un breve paseo llegamos a Sisowath Quay, un bulevar paralelo al río Tonle Sap. Aquí confluyen tres grandes ríos: Mekong, Tonle Sap y Bassac. Este paseo junto al río está muy animado, hay gran cantidad de turistas y también muchos camboyanos que al atardecer acuden aquí a pasear, a sentarse junto al río, a volar cometas o a hacer pic-nic (esto último queda para los más pudientes).


Mientras paseamos junto al río podemos contemplar una escena insólita. Como ya hemos comentado, las normas de circulación no existen y los camboyanos las incumplen de manera sistemática, pero sí que hay una norma que no te puedes saltar, la prohibición de aparcar. Según parece, está prohibido aparcar en el lado de Sisowath Quay junto al paseo del río, pero a pesar de ello, los camboyanos que acuden aquí al atardecer, dejan aparcados sus ciclomotores. De pronto vemos un policía de tráfico que va a píe y que a gritos va diciendo a la gente que deben retirar sus motos. La mayoría le hacen caso rápidamente. Unos 100 metros por detrás del policía que va a píe vemos acercarse un furgón con 5 o 6 policías en la parte trasera, que está descubierta. El furgón va avanzando lentamente hasta que se topa en su camino con una moto que no ha sido retirada por su dueño. Rápidamente se bajan todos los policías de la parte trasera del furgón, levantan la moto a pulso, la cargan en el furgón y continúan su camino.

Como estamos cansados y no hay mucho más que ver, ya que los monumentos y museos cierran a las 17 h, decidimos volver al hotel para estrenar el jacuzzi privado que tenemos en el bungalow. Después del relax en el jacuzzi, cenamos en el hotel, escribimos unos emails a la familia para informarles que hemos llegado sanos y salvos, y nos vamos a dormir porque estamos agotados del viaje.

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